miércoles, 10 de agosto de 2011

El regreso del joven principe

"-Un problema es como una puerta de la que no tienes la llave.
-¿y qué haces cuando te encuentras con un problema?-quiso saber el joven, cada vez más interesado por la conversación.
-Bueno, lo primero es ver si el problema es realmente tuyo, esto es si te bloquea el paso. Eso es de vital importancia-le expliqué-porque hay mucha gente que se mete en las cosas de otros que no les han pedido ayuda. Pierden el tiempo, derrochan fuerzas y no dejan que los demás encuentren sus propias soluciones.
Vi que asentía ante esta evidente verdad, tan difícil de aceptar para los adultos .
-¿Y si el problema es tuyo?-continuó mirándome de nuevo.
-Entonces lo primero es encontrar la llave apropiada y luego introducirla como es debido en la cerradura.
-Parece fácil-concluyó  el joven con un nuevo gesto de asentimiento.
-En absoluto-respondí-Hay gente que no es capaz de encontrar la llave, y no porque carezca de imaginacion, sino porque no quiere  probar otras dos o tres veces las llaves que tiene, y en ocasiones ni siquiera una sola. Quieren que les pongan la llave en la mano o, aún peor, que venga alguien a abrirles la puerta.
-¿Y todos son capaces de abrir la puerta?
-Si estás convencido de que puedes hacerlo, lo más probable es que lo consigas. Pero si crees que no puedes, es casi seguro que no lo lograrás. 
-¿Y que pasa cuando no consiguen abrir la puerta?
-Deben volver a intentarlo una y otra vez hasta conseguirlo, o de lo contrario nunca alcanzaran su potencial.

La gente ha desarrollado una inmensa capacidad de justificarse. Explican su incapacidad por su falta de afecto o de educación,o por los padecimientos que han sufrido. puedes llegar a convencerte de que es mejor no cruzar el umbral, puesto que al otro lado podría haber peligros o amenazas. O puedes declarar con cinismo que no te interesa encontrar lo que hay allí. No son más que formas de esconder el dolor que te provoca tu fracaso. Cuanto más retrasas el enfrentamiento con el obstáculo en tu camino, más crecen las dificultades y más pequeño te haces tú, o, por expresarlo con otras palabras, cuanto más tiempo arrastras un problema contigo, más pesado se vuelve.

-Todo esto conduce a la infelicidad. El camino al crecimiento espiritual y la dicha requiere el valor de crecer y cambiar. Debemos estar dispuestos a abandonar la comodidad de nuestra posición y afrontar los problemas tantas veces como sea necesario, hasta tener la satisfacción de resolverlos para poder cruzar la puerta, y seguir adelante.
El regreso del joven príncipe.

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