viernes, 13 de diciembre de 2013

Otra vez, las margaritas

Hoy he cogido una margarita en el camino para él, así tendré un pretexto para iniciar la conversación. La  geometría de la naturaleza nos llevará por los caminos extraordinarios.
 Me gusta este plan.
Ya han pasado casi dos horas y  todavía no ha llegado.¿Se habrá entretenido?..El transcurrir del tiempo  me pone nerviosa, si al menos tuviese un teléfono móvil para localizarlo...pero él está convencido de que no lo necesita. Presiento que no ha venido porque no ha querido. Esta última semana se ha comportado de un modo extraño, más abstraído que otras veces. Algo en mi interior me decía que esto iba a pasar. Debo tranquilizarme, respetar sus decisiones, la vida le pertenece. Pero no hay forma, me pongo tensa y el fuerte bombeo del corazón le gana la partida a mi tan entrenada serenidad.
 Trato de buscar un rostro a mi alrededor que me de respuesta, en este entorno familiar, nuestros lugares, pero todo se desdibuja, como si quisiese desaparecer. De repente siento que ya no tengo ganas ni motivos para estar allí. Él se ha ido. Comienzo a desesperarme, siento como ahora soy la protagonista de su relato. Ahora soy yo quien corre bajo la mirada de las máscaras y la que maldice los semáforos. No sé adonde voy, solo corro desesperada intentando alcanzarle. Me he transformado en la niña que corre a su encuentro , con grandes frases para dedicarle. He tenido que quedarme sola y verme en esta situación para saber que quería estar a tu lado. Nunca se lo hice saber.
Con grandes saltos esquivo las miradas inquisidoras de la gente que me fulmina con su desaprobación. Formábamos una extraña pareja, sobreviviendo al condicionamiento social establecido.
¿Pero dónde estarás metido? No sé por cual rincón de esta ciudad gris empezar.
Llego a tu casa y la portera me dice que te ha visto salir con maletas. ¡Que caprichoso el destino! La historia ha dado la vuelta y a mi me ha puesto en tu piel. Siguiendo las directrices de su relato, estará camino a la estación del tren.
Como si fuese un acto mecánico guiado por su novela ,hacia allí me desvivo corriendo. Me parece verle a lo lejos, entrando en un vagón.
Con astucia me cuelo en el tren ,pero es en vano. No está. No le encuentro.Busco en mi bolsillo un pañuelo para secar las primeras lagrimas , el albor de una partida perdida.
En lugar del pañuelo saco la margarita. La miro buscando respuesta."me quería, no me quería.."La interrogo en cada pétalo, buscando que la probabilidad me otorgue respuesta.
Ya en calma me percato de que el diluvio que me acompañó  entre calles y avenidas no fue benevolente conmigo. Resultado, empapada  hasta los huesos. La lluvia de confeti con la que soñaba había sido una lluvia de tormenta, precedida por los los truenos de una mala jugada del destino.
Tengo frío.
El revisor está frente a mi.
Ahora si, fin del trayecto .
Se acabó.
Antes de entrar en casa a reunirme con la pena, me tomo un café en la vieja cafetería de la esquina, atrasando el momento de quedarme sola.
De nuevo saco mi preciada flor, con tanto significado en sus pétalos.  Una cálida voz me susurra.."deja en paz las margaritas".

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