El 30 de marzo 1996 un garaje abandonado de Brooklyn, en Nueva York, estaba en llamas. Los bomberos llegaron al lugar con bastante rapidez, y durante el incendio el bombero David Giannelli observó como un gato callejero, entraba repetidamente en el garaje que seguía ardiendo, sacando uno a uno sus gatitos recién nacidos. El gato resultó con las patas y cara quemadas, los oídos dañados, y sus ojos abrasados por el fuego, pero sólo después de sacar la quinta y última de sus crías no perdió el conocimiento.
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